martes, 18 de enero de 2011

De traidores, infiltrados, tiranos y demás aberraciones sociales...


Debo comenzar por exponerles mi historia previa y como llegué a escribir esta nota:

Nací en 1965 en Viña del Mar – Chile. Un Chile lejano, al que pocos consideraban importante por su situación económica poco privilegiada y con una sombra política evidente acercándose a toda marcha producto de divisiones y distancias sociales marcadas y poco permeables. Vengo de una familia clase media, pero clase media a la chilena, es decir, vivíamos en una casa normal, no había automóvil en la casa, mi padre viajaba de punta a punta el país (en autobús o tren) trabajando en venta de diferentes artículos, y en el resto de la familia cada uno cumplía con su rol de la mejor forma posible. Mamá armaba el rompecabezas familiar día a día. Cuando papá estaba en casa, se almorzaba todos juntos, todos los miembros de la familia y ahí aprendíamos de moral, de valores, de toma de decisiones, de construir futuro, de saber de dónde veníamos, de saber que debíamos hacer con nuestras vidas. “Querer ser”, “deber ser”, “llegar a ser”... Ahí era donde entendíamos que botar la comida era un pecado; donde aprendimos a decir “gracias”; donde aprendimos a saludar a los demás...

La situación nacional se nubló de tal manera que salimos de Chile. Mi padre era un gran demócrata, activista político regional (vivíamos en Valparaíso en ese momento) y veíamos como se degradaba todo. Veíamos como en el puerto marítimo de Valparaíso en el gobierno comunista de Salvador Allende se arrojaban al mar toneladas y toneladas de alimentos descompuestos por la desidia de los funcionarios de ese régimen, mientras la brecha social se hacía cada vez más severa. Nada diferente a lo que ocurre en nuestra Venezuela de hoy !.

Fuerza nuestra salida del país una noticia que alarma a mis padres y es que nos encontrábamos en una lista en la que un agente del gobierno que “atendía” el sector donde vivíamos debía “acabar” con nosotros el 19 de Septiembre de 1973 (día de las fuerzas armadas chilenas y día en que se hace la parada militar), en la ejecución de un plan que fue denunciado años después y desmentido por otros, que fue el “Plan Z”. Un amigo de mi padre, activista comprometido del partido comunista chileno le confirmó a papá que lo mejor que podíamos hacer era irnos del país porque lo que venía no era bueno para nosotros. Otro amigo de la familia que había crecido con mi papá y que era de visita semanal a nuestra casa nos dijo en nuestra mesa un día domingo con toda la familia reunida (yo tenía 5 años) que “si nos tenía que matar lo haría porque sino nosotros lo íbamos a matar a él” por lo que venía. Mis padres tomaron la decisión de salir del país, y el destino era Venezuela.

Luego de algunos trámites difíciles y de tener que usar influencias para que a mí me dejaran salir del país (porque ya entraba en breve la ley en la que desde los 7 a los 18 años el niño era propiedad del estado y no podría salir), pudimos llegar a Venezuela en barco como turistas, al tiempo transeúntes, después residentes y años después ya finalmente ciudadano venezolano. Mi padre había conocido a muchos venezolanos connotados que habían vivido su exilio del gobierno del general Marcos Pérez Jiménez en Chile, por lo que no fue difícil integrarnos en la Venezuela de los 70's. Mi papá consiguió trabajo, escuela para mí, mis hermanos también se integraron, hicieron amistades y se reinició una vida en libertad. Recuerdo a mi madre preguntando en el “abastos” si podía comprar tres tomates en vez de sólo dos, y al “Sr. Joao” diciéndole que podía comprar el guacal si quería... Veníamos de un país racionado, coartado por todos los costados. Veníamos traumatizados. Yo confieso que para mí los primeros años en Venezuela no fueron tan alegres; en el colegio me decían “chileno muerto de hambre” y es que todos sabían que Chile estaba en condiciones muy difíciles, pero los niños son crueles por naturaleza. El tiempo curte y moldea las ideas. Ahora entiendo que no era mala intención, sino sólo el reflejo de cómo veía la sociedad venezolana, un país potente y estable a otro que estaba degradado. Lo que sí nunca entenderé por qué los que me trataban así eran los hijos de los otros inmigrantes y no los compañeros de colegio más “autóctonos” por decirlo de alguna manera... De ahí que mis amigos más cercanos fueron siempre muchachos y muchachas muy venezolanos. Yo crecí en el centro de Caracas (esquina de La Marrón), y mis mejores amigos eran de la zona; Altagracia, Av. FFAA, Cotiza, San José, La Pastora, 23 de Enero, Av. Baralt, Av. Panteón, Av. Victoria, Av. Nva. Granada, San Bernardino. Soy de los que viví cuando el Gobernador Diego Arria convirtió todo el centro de Caracas en Boulevard. Yo era de los que iba al YMCA de San Bernandino a hacer natación o algo de deporte o a jugar bowling ahí con bolas que ya estaban cuadradas de llevar tanto azote. Crecí yendo al cine Broadway en Chacaíto y comiendo perros calientes los domingos en el Drug Store de Chacaíto. Ahí en el centro conocí a mi primera noviecita que era de la Pastora y el primer beso también ocurrió ahí... Aprendí a tocar guitarra; tocaba en fiestas y en la misa de la basílica de Santa Capilla los domingos; soy de la época y la estirpe de aquellos que cuando nos llevaba el papá de algún compañero que tenía carro a comer hamburguesas al Tropy Burguer de las mercedes, nos traíamos los vasos y las servilletas de recuerdo porque no sabíamos cuando podríamos volver a ir. Eso era ser clase media en Venezuela.

Un día cualquiera a mis 18 años de edad, decidí ir a la oficina de extranjería en la Av. Baralt frente a la plaza Miranda, y le pregunté a un señor que como hacía para ser venezolano; el señor me dijo que hablara con otro caballero que estaba sentado en un escritorio en pleno pasillo (“Canino” era el apellido del “asistente a ese parto”) y ese señor me miró, me tomó unos datos, me pidió mi cédula amarilla, la engrapó a una hoja, me dijo “sube al piso 2 y tómate la foto, ya eres venezolano mijo.”. Llegué a casa; “mamaaaa, ya no soy musiu”... Mi madre reía y se sentía orgullosa. A las semanas ella hizo su trámite de naturalización y también asumió su venezolanidad hasta el último de sus días. Mi papá era Venezolano desde 1978 así que era como derecho adquirido de los demás; era un país de cosas fáciles. Mis dos viejos están sepultados en Venezuela.

¿COMO NO SER VENEZOLANO?. En ese momento, aprendí que Venezuela era un globo inflado de gente buena, muy buena y yo decidí que quería ser parte de ese ejército de gente buena. Asumí mi venezolanidad con todo. Salí de mi casa siendo “musiu” y llegue a mi casa una hora después siendo un flamante venezolano. Yo decidí ser venezolano, no es que me “toco” serlo. Hice mi vida universitaria nutriéndome de Venezuela y venezolanos. Mi país, Venezuela, me regalo mi instrucción; mi padre trabajaba para que comiéramos en la casa y se pagara el alquiler y los servicio, y mientras el estado pagaba mi instrucción (500 bolívares anuales pagábamos). Es por eso que me siento con el derecho y el deber de reclamar respeto para todos por la sola condición que tenemos. No sé si quienes faltan el respeto a los demás saben que significa realmente ser venezolanos.

Son pocos los que saben esta historia, pero la escribo para dejarla ahí para quienes quieran escudriñar un poco más.

Luego de esta etapa estable y agradecida, ya siendo adulto y en la búsqueda de la independencia que todo adulto busca tener, la misma sombra que vi a los 5 años de edad en Chile, la vi acercarse en Venezuela tras una secuencia de hechos que parecen calcados. También un personaje con quien tenía muy buenas relaciones (oficial de las Fuerzas Armadas de alto rango ahora por cierto) me advirtió que mejor sería que yo saliera del país porque lo que venía no era para un “tipo como yo”, y que no me pusiera triste porque seguramente nos veríamos aquí en USA cuando el viniera a hacer sus cursos de estado mayor o ascenso, sin presumir que todo eso le iba a tocar ir a hacerlo a Cuba, donde te enseñan a ser mercenario y no militar... Llegue a este país (USA) en 1999. Luego de haber votado en todas las elecciones, haber participado en todo cuanto pude, me halle metido en el hueco de que todo proyecto me era negado por unos y otros y su respectivo egoísmo y vileza, por lo que tuve que aceptar que cada país tiene que vivir sus situaciones para madurar. Me fui inquieto.

Ahora entro en materia.

Llegue a USA antes que la mayoría de los exiliados, antes que se produjeran los primeros presos políticos del régimen venezolano, antes del paro, antes de Plaza Altamira, antes del 11 y 13 de abril, antes de todo eso. Eso lo vi por TV. Pero como digo, estaba inquieto. Ahí surge RadioNeXX.com. Solo necesitábamos un muy pequeño empujoncito para identificar la vía que debíamos tomar, y nos lo mostró (sin querer tal vez) Orlando Urdaneta.

El gran quiebre ocurrió hace poco. Tuve un par de impases personales con algún “personaje” que pasó a las hojas del olvido (tanto el impase como el personaje ya que no soy individuo de rencores eternos), pero no había sido nunca objeto de calumnias inmorales de parte de personas que parecen no tener equilibrio mental y que este problema nacional parece haberlos afectado de tal manera en su intelecto que necesitan ver enemigos sobre quienes erigirse como “personajes públicos” y mostrar sus triunfos a sabiendas del daño al trabajo, al significado moral de lo que significa buscar soluciones para nuestro país; el solo deseo del poder vacío y hueco por la escases de ideas y planes colectivos, macro. Aquí en USA ningún americano o ciudadano de cualquier procedencia me ha llamado “venezolano muerto de hambre”. Es duro ser víctima de la injusticia de los oponentes, y más injusto es cuando viene de los compañeros (aparentes) de objetivo.

Epítetos indecibles que se repiten sucesivamente en forma de plan “guebeliano” . Venezolanos que dicen ser luchadores por la paz (¿paz ofendiendo?), la democracia (¿cuándo lo que arman son “mamparas” que buscan la exaltación del yo – cual “tiranillos” como el que ya tenemos?), la justicia (¿haciendo juicios de valor sobre personas y situaciones que ni conocen?), y por sobre todo la libertad (¿cuándo nadie más tiene acceso a opinar o proponer sino ellos solitos pretendiendo que los damas solo obedezcan?). Error tras error. No podemos seguir de tiranía en tiranía.

A continuación, textualmente, hago mías palabras escritas por el general de brigada GN Marcos Ferreira, exiliado político venezolano, que expresan de forma clara lo que siento día a día cada vez que emprendo mi trabajo a favor de lo que quiero como país para todos nosotros.

“No hacer nada frente a manipulaciones provenientes de individuos que tratan de alimentar su credibilidad a costas de la de otros, podría constituir un acto de asentimiento ante tal acusación, por aquello de que “quien calla otorga”. Salir a buscar al propagador de la infamia para reclamarle su actuación, podría hasta ser considerado como impropio para quien recibe la ofensa, por aquello de que “la verdad duele”. Tales argumentos, además de falsos y maliciosos, actúan como el elemento disuasor de quienes no tienen posibilidad alguna de enfrentar con éxito a la víctima de sus ofídicas imprecaciones. No obstante, ante la necesidad de acudir a cualquiera de las dos opciones, no se debe acudir al silencio por ningún motivo y en mi caso, el tema del día de hoy constituye el rechazo de mi parte, no solo por la risible dispersión de una especie poco creíble y maliciosa sobre mi persona, cuya posibilidad de ocurrencia se encuentra totalmente reñida con mi consistencia moral y con el tamaño del sacrificio que me trajo al exilio, sino que también constituye una impugnación pública, en defensa de todos aquellos “infiltrados” por obra y gracia de charlatanes inescrupulosos, cuya actuación en el exilio contra del corrupto y oprobioso sistema que hoy oprime a nuestra Nación, los ha expuesto a la maledicencia de personas indecentes, cuyo único mérito es el de servir de agentes del mismo enemigo al que pretenden combatir, quizás presa del mecanismo psicológico defensivo de la proyección.

Es muy posible que existan infiltrados del chavismo entre los venezolanos que nos encontramos en el digno exilio. Es muy seguro que algunos de nuestros pasos le llaman la atención al facineroso gobierno bolivariano; pero el daño que tales informantes pueden hacernos, es infinitamente menos importante, que el que producen las especulaciones de un antichavista lleno de resentimiento, rencor, envidia y odio, cuya vergonzosa acción lo convierte en el más traidor de los traidores.”

Paul Sfeir.-

2 comentarios:

  1. Excelente, mas claro no se puede ser, te FELICITO PAUL...!!! si hasta hoy sentia un gran e infinito aprecio por ti, hoy siento un inmeso cariño, y respeto, gracias por sentir ese cariño a nuestro pais Venezuela, eres un venezolano de respeto de patriota como pocos, capas de ver con claridad que necesitamos union, apoyo en esta lucha, sin estos elementos las luchas se hacen esteriles.
    Debo decirte, los infiltrados de derecha, mentes mal sanas, tratando de desmerecer la labor sana y de amor a Venezuela, estan plenamente identificados, cuanto mas tratan de opacar al verdadero luchador, se hunden mas en su ritual de odio, no desciendas nunca a sus niveles, mantente siempre con la frente en alto, tu lugar esta entre los elegidos para las luchas por la libertad, ni un paso pa'tras estamos contigo para lo que salga, adelante RadioNeXX La verdadera Voz de la Libertad, cada dia mas grande.
    un abrazo amigo
    Ma. Sorocaima

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  2. Hola Paul..quizas me recuerdas era estudiante de música de la escuela superior de música jose angel lamas y a veces iba a la Santa Capilla con mi hermanita a verte y escucharte tocar tu guitarra y tus canciones inspiradas...excelente tu escrito...me haces sentir orgullosa de nuestro Terruño con tu hermosa historia de vida...saludos a tu hermano...soy la arpista...Nigidia

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